Quantcast
Channel: TheWangConnection » Shawnée Johnson
Viewing all articles
Browse latest Browse all 2

Los seis meses que me sentí ‘Johnson’

$
0
0

Una gran oleada de nuestros atletas se están yendo a disfrutar del sueño americano y yo estuve muy cerca de llegar a él, pero me dije… este no es mi momento. Lo intentaré más adelante, con una pequeña maleta y un pasaporte azul que me abrirá las puertas que yo desee. No como deportista, sino con una mente buscando nuevos alicientes y mucho más suelo bajo mis pies. Hoy os hablo de la pequeña experiencia atlética que tuve en EEUU y aspectos pedagógico/técnicos del entrenador que tuve, que me impactaron.

Estuve 6 meses, y creedme, me pasó cual culturista obsesionado por su entrenamiento. Antes de llegar a Rockford, IL (a una hora de Chicago), ya estaba mirando los gimnasios disponibles en la zona en la que iba a vivir, pistas de atletismo y el modo de federarme.

Mi padre me encontró un entrenador, Gilbert. Mi primer encuentro, aunque suene de cuento de los Simpsons, fue en un Burguer King. Mientras comíamos un delicioso menú con unas hamburguesas un poco más contundentes que las españolas, me estuvo comentando quién era, pues al fin y al cabo, un entrenador pasa a ser durante parte de tu vida como un componente más de tu familia, un amigo y compañero de rabietas y penas, porque… no sé vosotros, pero yo me llevo al entreno todo y ahí lo termino de expulsar, bajo el doloroso lactato.

Me encontraba con él en una pista de tierra de un colegio, sin calles. Otras veces en los enormes pabellones que tenían casi todos los colegios, porque con el frío de algunas zonas de Norteamérica no se puede entrenar en invierno porque se te congelan los pies hasta el límite de que duelen. El caso, algunos pabellones no eran ni de tartán, sino del mismo material que la cancha de baloncesto y recuerdo cómo en medio de mis recuperaciones y bajo bote y bote de sus balones de basket, me saludaban gratamente, como si les hubieran sacado de un videoclip, con andares chulescos y me decían, ey tía!, entrenas duro eh?. Era impresionante el ambiente que emanaba de todos los institutos a los que fui, los pasillos con honores al mérito deportivo, etc.

El entrenamiento de pesas me lo ponía yo misma, e incluso chicos 20 veces más mazados que yo me preguntaban si podía enseñarles a realizar las arrancadas y cargadas, posiblemente porque era un gimnasio público; la gente iba principalmente a perder peso, no a ponerse fuerte. Por otro lado, las series, me las dirigía Gilbert.

Shawnée Johnson en el gimnasio de Rockford | ©Shawnée Johnson

Shawnée Johnson en el gimnasio de Rockford | ©Shawnée Johnson

Me quedé con varios conceptos de su mentalidad a la hora de entrenar, pues me contó que se crió en África y que allí no entrenan con relojes, sino a sensaciones. Por ello, lo primero que hizo fue prohibirme el reloj, más bien me lo quitaba. Como calentamiento me hacía correr entre 4 y 8 millas. Me hinché a cuestas largas y cortas, siendo estas últimas tan pronunciadas que aunque solo fueran de 50 metros, a veces me costaba llegar arriba; en eso se basaron gran parte de mis entrenamientos. Menos mal que en mi MP3 llevaba remixes de Beyoncé con Dubstep para apoyar a mi mente y no bajar las cuestas rodando.

Hubieron algunas cosas que me llamaron especialmente la atención:

– Las series en anillo se hacían con un primer tramo de 100 m corriendo a tope, luego, se bajaría el ritmo paulatinamente hasta el requerido para el tiempo que se tenía que hacer en cada serie. ¿Por qué?, él me dijo: Cuando sales en un 800 sales a toda leche, con codazos, hay que simular en el entrenamiento lo que luego pasará en carrera.

– Me pintó en la tierra una segunda meta. Él paraba el reloj en la oficial, pero me hacía correr 10 minutos extra, para no acostumbrar a la mente a pararse antes de llegar al final.

– Burpees, burpees y más burpees. ¡ Cómo le gustaban, por Dios!

– Antes de cada entrenamiento me hacía 500 abdominales y 100 flexiones.

– Core, core y más core. Me dijo… cuando sepas hacer la L apoyándote en dos elevaciones sobre el suelo, podrás correr en 52.

– Pantalones de algodón para calentar, aunque fuese verano.

– Casi me hizo comprar una comba con peso en sus mangos para trabajar los pies en cada sesión.

En cuanto a alimentación me dijo que me quitara la pasta y el arroz, así me fue, que al mes me encontraba tan débil que volví al arroz. Eso sí, alubias, todas las que yo quisiera. Además… allí es mucho más fácil y agradecido comerlas. Así como en España solo te encuentras la Fabada Asturiana, allí tenías 60 metros de pasillo en el supermercado con infinidad de sabores. Como anécdota os contaré, que cada vez que comía ensalada me preguntaban que si estaba a dieta, y dije que no, que en España es un complemento usual en las comidas y que no solemos sazonarlas (por no decir ahogarlas) por una de las tropecientas mil salsas que pude ver.

Cerca de mi vuelta a España, tuve la oportunidad de competir en la Universidad de Chicago. Gané en la prueba de 800 m con una marca muy discreta, pero eso ya hizo que las gradas con cientos de personas se quedaran en silencio ante mi novedosa aparición. Posteriormente hice un 200 metros ante una chica infantil o cadete que ¡hizo 23 segundos! Pero lo más impresionante de todo es que el anillo no tenía peralte, y yo, que corrí bastante más lenta me costó no salirme de mi calle, por no decir que me tuve que frenar un poco, así que ella… imaginad.

Corría el rumor entre las gradas que yo era de España y creedme, unos 3 entrenadores vinieron a hablar conmigo en cuanto terminé de competir. Me estuvieron comentando lo que muchos atletas españoles andan buscando, una beca deportiva para estudiar y entrenar. Como me cayó del cielo, ni me lo esperaba ni sabía por dónde empezar, no le di más vueltas que las necesarias como para llegar a la conclusión de lo que dije al principio de este artículo, ya volveré más adelante, no tengo prisa.

Solo os digo una cosa, si tenéis la posibilidad de probar una nueva vida por un periodo de tiempo generoso, probadlo, no os arrepentiréis. Ante situaciones extremas, que os ponen al límite, no solo aprenderéis que no los tenéis, sino que se os abrirán puertas para que elijáis, cuando lo estiméis oportuno, qué camino queréis tomar para llegar a vuestros objetivos.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 2

Latest Images

Trending Articles





Latest Images